1. Introducción: las sociedades digitales y la transformación de la estructura de la comunicación
Camargo y Tavares desarrollan en el presente capítulo la relación entre Internet y la democracia, que permite un aumento de la participación ciudadana. Asimismo, presentan los argumentos que definen a este mismo instrumento como riesgozo para la democracia.
Respecto al contexto, mencionan el paso del modelo de comunicación de masas representado por los medios tradicionales como la TV, radio y periódicos, anteriormente restringido a periodistas, políticos y académicos; a la autocomunicación masiva, en la cual cualquier usuario conectado a Internet puede jugar un papel activo en la producción y circulación del contenido. Sin embargo, esto no genera un contexto monopolizado por Internet, sino un sistema híbrido en el que operan los medios tradicionales y los nuevos medios de Internet, aunque con un gran poder de esta última, de modo que se genera una revolución tecnológica que forma la sociedad en red.
2. Internet y democracia: experiencias de participación e innovación política en línea
En la democracia representativa los individuos se hacen representar por los que eligen y quedan al margen de la toma de decisiones, generalmente sin condiciones ni intereses para controlar las acciones de sus representantes, lo que genera una crisis democrática y la necesidad de introducir cambios.
Ante la creciente desaprobación de las estructuras políticas por parte de la sociedad, se crean redes con objetivos compartidos, expresado por organizaciones sociales tradicionales y; en paralelo, las que surgen en el entorno del Internet, que se basan en la realidad social construida en el espacio de las redes. En este sentido, la ciberdemocracia aumenta las posibilidades de libertad en la comunicación y de que los ciudadanos, y a la vez usuarios de Internet, no sean controlados por el Estado. Aunque, también se confunde con la desorganización, debido a que el aumento de libertad puede generar caos.
3. Redes sociopolíticas virtuales y ciudadanía
No existe consenso sobre la relación entre democracia e Internet. Sin embargo, se enfatizan las claras posibilidades de la expansión de la democracia a través del Internet y nuevas organizaciones sociales, ya que las asociaciones tradicionales, como los partidos políticos, enfrentan serias crisis de legitimidad.
Las Redes Sociopolíticas Virtuales se vuelven útiles para lograr una mayor movilización social, con el objetivo de confrontar al Estado y su desempeño, así como a la propia estructura democrática. Estas redes se forman de distintas maneras, ya sea por iniciativas gubernamentales, a través de la participación electrónica, o por iniciativas ciudadanas a través del Internet. Por un lado, la participación electrónica es una forma de empoderar a los ciudadanos, ya que aumenta su papel como participantes activos en la gestión pública. El objetivo es que el ciudadano pase a discutir y a decidir de manera racional las acciones estatales, no mermando su poder, sino otorgándole mayor legitimidad. Así, destaca el presupuesto digital participativo en ciudades como Madrid y Lisboa. Por otro lado, respecto al activismo realizado a través de Internet, destacan varios fenómenos sociales, como la Primavera Árabe, el 15M y el Occupy.
4. Fallo del sistema: Riesgo para la democracia.
A pesar de las expectativas sobre el potencial democrático de Internet, se pueden identificar cinco críticas principales sobre los efectos negativos de Internet para la democracia liberal. En primer lugar, el consumo de información política en Internet conduce a la fragmentación social y a procesos de polarización política. En segundo lugar, se crítica las tecnologías de vigilancia, las cuales pueden ser utilizadas por los gobiernos, como el caso denunciado por WikiLeaks; o por compañías capitalistas que recogen datos personales para la personalización del contenido, como el caso de Cambridge Analytica. Una tercera crítica es la transformación del proceso de producción de información, ya que cualquier usuario que produzca contenido impacta en la calidad y veracidad de la información virtual y, en consecuencia, en los procesos políticos. En cuarto lugar, se critica el problema de la exclusión digital, ya que mucha información está disponible solo para los que tienen acceso a Internet, esto aumenta la brecha de exclusión social frente a los segmentos sociales que no tienen o tienen poco acceso a Internet, o no poseen habilidades para su uso. Por último, se argumenta que las movilizaciones en línea no constituyen una práctica continua de compromiso cívico, ya que a pesar de que Internet ofrece un espacio para expresar indignación y deseos de cambio, por sí solo no puede resolver los problemas de la democracia liberal ni del capitalismo actual.
5. Polarización política, desinformación y fake news
La interacción en las redes sociales genera homofilia, que es la tendencia en una red online u offline de conectarse con individuos similares, lo cual favorece la formación de grupos en torno a identidades, intereses y proyectos comunes, que en el campo del activismo político puede conducir a la polarización social e ideológica. Esta es alimentada por los sesgos de confirmación y las “burbujas ideológicas”, formadas por los algoritmos de interactividad de las redes sociales virtuales. Asimismo, como la información se comparte entre personas de una misma red personal, sin verificar las fuentes de información, es más fácil difundir fake news y desinformación, principalmente para la difusión de contenido contra los opositores políticos. Esto socava la credibilidad y legitimidad de la competición democrática.
6. De la política 2.0 al populismo 2.0
Los partidos y políticos populistas se convierten en una amenaza para la democracia liberal, debido a que pueden adaptarse mejor al uso de las redes sociales virtuales en su comunicación directa con la población.
El populismo 2.0 utiliza las redes sociales virtuales para promover la unificación del individuo atomizado y defiende la idea de un “hombre virtuoso” contra una élite y “otros” enemigos que se consideran peligrosos para la comunidad, fomentando así la construcción de una identidad política, que discrimina a otros grupos sociales. Asimismo, sigue una narrativa anti-establishment y con fe en el Internet y las redes sociales como un nuevo espacio para la democracia directa, en oposición a la vieja política corrupta e ineficiente. Esto merma los pilares de la democracia liberal, generando un colapso del sistema, que se evidencia en la aparición de líderes que construyen su capital político con discursos contra las instituciones políticas, como Trump, Bolsonaro y Le Pen. Esto es peligroso, ya que en este contexto surge la propuesta de “volver a los orígenes”, valorando posiciones autoritarias, la raza como derecho ancestral del grupo étnico mayoritario y otras posturas que atentan contra los derechos humanos.
7. Consideraciones finales: en busca del «espíritu libre» de internet
Internet y las TIC pueden favorecer la expansión de la esfera pública y el desarrollo de la ciberdemocracia. Sin embargo, es esencial que estos factores estén acompañados por un mejor y mayor acceso de la sociedad a las tecnologías e Internet, de modo que la participación no se convierta en elemento de exclusión política. Asimismo, se requiere madurez en el uso de estos recursos con fines democráticos, favoreciendo la expansión de la participación democrática y la gobernanza electrónica. En este sentido, es necesario el desarrollo de mecanismos para regular y controlar el funcionamiento de Internet, a fin de combatir la concentración de contenido, la formación de burbujas y la difusión de desinformación y fake news.
En conclusión, los grupos sociales pueden usar el Internet para favorecer el desarrollo de la democracia, como una forma de empoderar a los actores sociales y redistribuir el poder político que está en manos del Estado y de intereses particulares contrarios a los de la sociedad. Sin embargo, a la vez se deben hacer grandes esfuerzos a fin de evitar los riesgos del populismo 2.0.