Este artículo, publicado en 1993 por Les Metcalfe, docente de la London Business School y de la Escuela de Función Pública de Londres, fellow del Instituto Internacional de Gestión en Berlín, y ex director de investigación del Instituto Europeo de Administración Pública (IEAP) de Maastricht, es una verdadera joya para los abanderados de la nueva gobernanza pública.
En este artículo, el autor argumenta que la gestión pública debe desarrollar nuevos conceptos y modelos de gobernanza que alteren los procesos de políticas, con la finalidad de redefinir sus criterios de efectividad y transformar los patrones y procesos de responsabilidad pública, así como el despliegue de técnicas de gestión más comunitarias. La gestión pública y la política se encuentran indudablemente entrelazadas. Sin embargo, en la actualidad, la gestión pública se ha centrado en implementar soluciones empresariales en el sector público enfocadas en la búsqueda apolítica de eficiencia técnica. Han transcurrido décadas desde entonces; sin embargo, lo planteado por Metcalfe resulta altamente relevante para la gestión pública actual.
En los ochenta, la reforma de la gestión pública se centró en las ‘tres E’s’ (Economía, Eficiencia, Eficacia): la eliminación de los desechos, la racionalización de los servicios y la especificación de objetivos para garantizar que los recursos se destinen hacia ellos. En los noventa, el ritmo del cambio y la complejidad de las tareas que enfrentan los gobiernos demuestran que las ‘tres E’s’ son una base insuficiente para la reforma y, pese al valor que generan, son inadecuados para responder las preguntas contemporáneas cruciales.
Metcalfe define la gestión como la responsabilidad del desempeño de un sistema (Metcalfe y Richards, 1987), donde la responsabilidad es un atributo esencial de la gestión. La gestión pública involucra por sobre todo, la tarea compleja y delicada de asumir la responsabilidad de dirigir una red interorganizacional.
Hasta el momento, los investigadores se han enfocado en estudiar los límites entre el sector público y el sector privado, sin tomar conciencia práctica que el mundo no se puede dividir simplemente en dos. La verdadera pregunta a responder es si los problemas que requieren de la acción colectiva de múltiples actores públicos y privados se pueden gestionar buscando promover intereses comunes. Una respuesta afirmativa a esta pregunta depende de formular la distinción público-privada de una manera nueva y más fructífera; es decir, una distinción entre los niveles de gestión macro y micro. La gestión pública a nivel macro se centra en el desempeño de todo el sistema, donde el foco está en la dirección de redes interorganizacionales, mientras que la gestión privada a nivel micro se centra en el desempeño de las partes, donde el foco está en la dirección de las organizaciones de manera individual. Cuanto más interdependientes sean las funciones de las organizaciones, mayor será la probabilidad de que surjan problemas de acción colectiva que son irresolubles a nivel micro. Para este nivel, se requieren de procesos y herramientas de macrogestión para garantizar la coordinación, lo cual no significa que la macrogestión deba desplazar o suplantar a la microgestión.
