La Nueva Gobernanza Pública

El artículo de Stephen Osborne presenta dos ideas principales muy relevantes: en primer lugar, que es necesario reconocer las limitaciones de la Nueva Gestión Pública (NPM, por sus siglas en inglés) en principio entendida como el cambio definitivo de paradigma en el sector público. Como segundo punto se introduce un nuevo paradigma, la Nueva Gobernanza Pública (NPG), en contraste con la NPM, y destaca en este nuevo paradigma características valiosas que contribuirían a la ardua tarea que representa gestionar y administrar lo público en la actualidad.

El texto describe en primera instancia las fortalezas y debilidades de la administración pública tradicional (PA) y la NPM, así como un estado del arte de las mismas. A continuación, presenta el concepto de Nueva Gobernanza Pública en su pasado, presente y capacidad potencial en el marco de una realidad plural y pluralista. A modo de cierre, expone breves apuntes del potencial y fortalezas inherentes de la NPG.

La Nueva Gestión Pública fue concebida en un inicio como el cambio de paradigma necesario para renovar la obsoleta administración pública tradicional. Pese a un inicio prometedor, la NPM pronto demostró tener problemas para cumplir con las expectativas, y las transformaciones prometidas fueron llevadas a debate –tanto desde la teoría como desde la práctica. Algunas de las principales críticas apuntaron a que se había probado únicamente en unos pocos espacios geográficos, se concentraba excesivamente en lo intragubernamental y hacía uso de técnicas del sector empresarial ya obsoletas.

Frente a estas consideraciones, Osborne defiende que la NPM fue más bien una fase intermedia necesaria para llegar a la etapa final: la Nueva Gobernanza Pública. El autor percibe a la NPM como un puente entre la administración pública tradicional y la NPG. Reconoce que las tres etapas (PA-NPM-NPG) son más bien una simplificación de la realidad, pues estas pueden traslaparse en su proceso de evolución. 

La administración pública tradicional (PA) nace a fines del siglo XIX con un foco en la creación y el ciclo de implementación de políticas públicas, lo que la sitúa en el campo de estudio de la Ciencia Política. Sus principales características son: el imperio de la ley, rol central de la burocracia, y una separación entre política y administración en el interior de las organizaciones públicas. Alcanzó su pico en el Reino Unido de la posguerra en la forma de un estado de bienestar, pero entró en decadencia luego de que la academia y las propias élites políticas criticaran su funcionamiento, que algunos aventuraron a afirmar estuvo destinado a fallar desde un inicio (principalmente por la limitada capacidad gubernamental y por verse de a pocos superada por las prácticas privadas que comenzaban a gestarse). Este escenario desfavorable abonó el terreno para el auge de la NPM.

La Nueva Gestión Pública (NPM) propulsó la transformación de la tradicional perspectiva burocrática de la gestión y administración pública desde la década de los setenta. Caracterizada por su enfoque en la eficiencia y eficacia intragubernamental, la confianza en las dinámicas de mercado, las herramientas del sector privado, y la idea del funcionario como un líder emprendedor de las organizaciones públicas, la NPM superó rápidamente las ideas de una administración pública tradicional en decadencia. Sin embargo, los cuestionamientos a la NPM no se hicieron esperar y, dos décadas después, ya tenía un amplio abanico de críticas que iban desde la más leve –la NPM es un conjunto de paradigmas, no solo uno– hasta las más duras, que argüían que no era sino una sub-escuela de la PA con beneficios parciales, debatibles o fallidos: un desastre por ocurrir.

(Continúa)